La extinta revista de cómics alguna vez publicó un "especial" sobre villanos. Justo durante su concepción tuve mi desencuentro con los "editores" y la siguiente columna no fue publicada, aunque sí publicaron el listado de los 20 mejores villanos que hice, obviamente sin darme el crédito correspondiente.
Lo siguiente que leerán es una pequenísima disertación sobre lo que considero son los principales lastres que los cómics han tenido. Cualquier comentario es bienvenido y a partir del siguiente número esta columna presentará cosas totalmente nuevas.
Ahhh, por si se preguntaban, el listado de los 20 villanos lo tendrán mañana.
Villanos reales del mundo comicñero.
Aprovechando el especial de villanos de ocupa todo lo ancho y largo de esta revista, me permito poner a su consideración lo que, en mi humilde opinión, constituyen las más grandes abominaciones que han asolado al mundo de la fanchiquillada.Y no me refiero a Sinestro o al Dr. Doom (que injustamente no ocupó el primer lugar en nuestro conteo, bújuju), estoy hablando de villanos que existieron –o existen- en nuestro propio universo de risas y tragedia. ¡Aguas con el primer lugar que es el pior de piores!
3- Fredric Wertham.
Este verdadero científico loco tuvo la ocurrencia de que los cómics eran una mala influencia para la juventud gringoliana, ya que con sus sensuales mujeres, escenas de horror explícito y ayudantes de superhéroes en calzoncillos, los chiquillos podían convertirse en psicópatas, pederastas, o lo que es peor ¡En psicólogos!
En su libro Seduction of the innocent, Wertham realiza un análisis superfluo en donde pone como ejemplo de perversión total el que Superman desafíe las leyes de la gravedad, pues los inocentes hijos del american güey of life pueden arriesgar su vida al arrojarse de edificios de treinta pisos.
Pero eso no es lo peor. Lo peor fue que el congreso estadounidense se tragó toda esa basura psicologista enterita, censurando el contenido de los cómics por medio del comic book code, lastre que impedía, entre otras cosas, la aparición de vampiros, hombres lobo y enanos en las páginas de nuestros queridos cuentitos. Huelga decir que Wertham impulsó la total prohibición de las historietas… y estuvo a punto de conseguirlo. ¡Qué miedo!
2- Los especuleros.
a) Los 90 fueron los años de la burbuja comiqueril, en la que todos creíamos (mea culpa) que nos haríamos ricos comprando la nueva sensación editorial. Los cómics se compraban por caja y la hiperabundancia de copias saturó el mercado hasta que por poco se cumple el sueño de Wertham de desaparecer las historietas de la faz de Gringolia.
b) Van a una “convención”, de esas casi mensuales en nuestro país, y ¡Horror de horrores! Los precios son elevadísimos para artículos que tiene un mes de haber salido: los juguetes están al triple de su precio de lista, las ediciones mexicanas muchísimo más caras que sus versiones originales, y encima, el vendedor cree que sabe más que tú. ¡Cárcel para el abusivo! Aunque ellos no existirían de no ser por los…
3- Fanchiquillos.
Leen sin espíritu crítico, alaban por moda o por quedar bien y compran sin pensar. Es por ellos que las vulgares ediciones mexicanas alcanzan precios estratosféricos, pues pagan lo que sea con tal de presumir que tienen lo que, en su versión original –es decir, gringa y sin cortes- vale muchísimo menos y además tiene una verdadera plusvalía (¿Ven? Ya me salió lo especulero). Pseudocomiqueros que no se dan cuenta que al sobrepagar no están obteniendo un tesoro, les están viendo la cara ¡Puaj!
Lo siguiente que leerán es una pequenísima disertación sobre lo que considero son los principales lastres que los cómics han tenido. Cualquier comentario es bienvenido y a partir del siguiente número esta columna presentará cosas totalmente nuevas.
Ahhh, por si se preguntaban, el listado de los 20 villanos lo tendrán mañana.
Villanos reales del mundo comicñero.
Aprovechando el especial de villanos de ocupa todo lo ancho y largo de esta revista, me permito poner a su consideración lo que, en mi humilde opinión, constituyen las más grandes abominaciones que han asolado al mundo de la fanchiquillada.Y no me refiero a Sinestro o al Dr. Doom (que injustamente no ocupó el primer lugar en nuestro conteo, bújuju), estoy hablando de villanos que existieron –o existen- en nuestro propio universo de risas y tragedia. ¡Aguas con el primer lugar que es el pior de piores!
3- Fredric Wertham.
Este verdadero científico loco tuvo la ocurrencia de que los cómics eran una mala influencia para la juventud gringoliana, ya que con sus sensuales mujeres, escenas de horror explícito y ayudantes de superhéroes en calzoncillos, los chiquillos podían convertirse en psicópatas, pederastas, o lo que es peor ¡En psicólogos!
En su libro Seduction of the innocent, Wertham realiza un análisis superfluo en donde pone como ejemplo de perversión total el que Superman desafíe las leyes de la gravedad, pues los inocentes hijos del american güey of life pueden arriesgar su vida al arrojarse de edificios de treinta pisos.
Pero eso no es lo peor. Lo peor fue que el congreso estadounidense se tragó toda esa basura psicologista enterita, censurando el contenido de los cómics por medio del comic book code, lastre que impedía, entre otras cosas, la aparición de vampiros, hombres lobo y enanos en las páginas de nuestros queridos cuentitos. Huelga decir que Wertham impulsó la total prohibición de las historietas… y estuvo a punto de conseguirlo. ¡Qué miedo!
2- Los especuleros.
a) Los 90 fueron los años de la burbuja comiqueril, en la que todos creíamos (mea culpa) que nos haríamos ricos comprando la nueva sensación editorial. Los cómics se compraban por caja y la hiperabundancia de copias saturó el mercado hasta que por poco se cumple el sueño de Wertham de desaparecer las historietas de la faz de Gringolia.
b) Van a una “convención”, de esas casi mensuales en nuestro país, y ¡Horror de horrores! Los precios son elevadísimos para artículos que tiene un mes de haber salido: los juguetes están al triple de su precio de lista, las ediciones mexicanas muchísimo más caras que sus versiones originales, y encima, el vendedor cree que sabe más que tú. ¡Cárcel para el abusivo! Aunque ellos no existirían de no ser por los…
3- Fanchiquillos.
Leen sin espíritu crítico, alaban por moda o por quedar bien y compran sin pensar. Es por ellos que las vulgares ediciones mexicanas alcanzan precios estratosféricos, pues pagan lo que sea con tal de presumir que tienen lo que, en su versión original –es decir, gringa y sin cortes- vale muchísimo menos y además tiene una verdadera plusvalía (¿Ven? Ya me salió lo especulero). Pseudocomiqueros que no se dan cuenta que al sobrepagar no están obteniendo un tesoro, les están viendo la cara ¡Puaj!
Comentarios
O sea que en Comikaze todos somos proscritos...je, je. Un día me tienes que contar cómo fue tu rompimiento!