Poco a poco se acerca el momento de publicar material inédito, mientras tanto deléitense con el texto que le sacó ampula al mismísimo Paco Espinosa (errr... si no saben quien es pues lean aquí).
¿QUÉ TANTO ES TANTITO? EL FANDAMENTALISMO DE LOS COMIQUEROS.
Dentro de las religiones, es común encontrar corrientes que pretenden que los textos sagrados sean interpretados de manera literal, anteponiéndolos incluso a las leyes civiles. Así, tenemos que los fundamentalistas católicos pretenden negar la diversidad natural, social y cultural humanas únicamente porque un texto escrito por algún chiflado dice que por pecadoras, unas cuidades que ni existieron ardieron bajo una lluvia de azufre (mmmm… hablo de Sodoma y Gomorra). A estas corrientes se les denomina fundamentalistas, por seguir ciegamente los textos fundamentales de su creencia.
Dentro del círculo de lectores de cómics es común encontrar a aquellos que pretenden negar todo atisbo de imaginación de los escritores y dibujantes que desean alterar el status quo de sus personajes favoritos arguyendo que “no se respeta la personaje” o que tal o cual situación novedosa “traiciona los fundamentos sobre los que está construido el universo editorial en cuestión”. Estoy de acuerdo en que existen ciertas características que convierten a un personaje en algo único –por ejemplo, el poder y la responsabilidad de Spidey o la imposibilidad de amar de Batman-, y son esas mismas características las que hacen que los adoremos al punto de hacerlos compañeros de nuestra vida y considerarlos como entes de carne y hueso, con emociones, sentimientos y raciocinio propios. Pero de ahí a que el personaje no pueda desarrollarse y mostrar cambios de actitud –y que incluso se nieguen guiones legendarios- es algo que debe sopesarse con base en la calidad de la propia historia y del escritor en turno, no comparándolo con historias previas.
Hay que recordar que los cómics son producto de la imaginación de varias personas, y en la mayoría de los casos reflejan el momento histórico por el que pasan. Nadie se queja de que la actual Mary Jane nada tiene que ver con la bailarina a go go que era cuando apareció por primera vez, ni nadie extraña que Batman en su orígenes mataba y nalgueaba -aunque no precisamente en ese orden- malandrínes y malandrínas (juro por diosito que sí lo hacía) puesto que son situaciones de acuerdo a la época, que se verían ridículas en la actualidad. Es necesario generar cambios dentro de los personajes para mantenerlos frescos y atractivos. Imagínense un cómic de Superman inmutable, en donde, por ser el héroe más poderoso pues no te la crees que vaya a perder (esperen, eso sí está pasando). En fin, que de los giros de tuerca e ideas locas, algunas buenas, otras malas, otras muuuuy malas, que se les ocurren a los guionistas es que nuestra lectura se nutre, ya está en cada quien decidir que le gusta y que no pero siempre en base a la propia narración, no a lo escrito con anterioridad. No deberían existir los dogmas dentro de los lectores comiqueriles (ni dentro de nadie).
Y navegando por internet me topé con la definición de los fundamentalistas del cómic, mejor llamados fandamentalistas, por aquello de fanboy: Fans que agresivamente creen que la única interpretación válida de cualquier fuente de entretenimiento es una adherencia dogmática a su versión favorita de dicha fuente. Cualquier cambio al más pequeño detalle será recibido con un desprecio frenético.
¿Alguien se identifica? No se preocupen, recuerden que la realidad son puros cuentos.
¿QUÉ TANTO ES TANTITO? EL FANDAMENTALISMO DE LOS COMIQUEROS.
-Fue una historia imaginaria, soñada por
Jimmy Olsen después de haber sido pateado
en la cabeza por Cometa, el caballo de
Superchica. Realmente nunca sucedió.
-Ninguna de estas historias realmente sucedió.
-Fuera de mi tienda.
Diálogo entre el gordo comiquero y Bart Simpson.
En la entrega pasada mencioné cierto término que produjo dudas en algunos lectores, así que he decidido aplazar la columna en donde al mismo tiempo demostraba que Neil Gaiman no es un buen escritor de cómics y que dios no existe para ceder el espacio a la definición de ese término. Espero poder publicar mi argumento ateogaimanesco en algún número posterior.Jimmy Olsen después de haber sido pateado
en la cabeza por Cometa, el caballo de
Superchica. Realmente nunca sucedió.
-Ninguna de estas historias realmente sucedió.
-Fuera de mi tienda.
Diálogo entre el gordo comiquero y Bart Simpson.
Dentro de las religiones, es común encontrar corrientes que pretenden que los textos sagrados sean interpretados de manera literal, anteponiéndolos incluso a las leyes civiles. Así, tenemos que los fundamentalistas católicos pretenden negar la diversidad natural, social y cultural humanas únicamente porque un texto escrito por algún chiflado dice que por pecadoras, unas cuidades que ni existieron ardieron bajo una lluvia de azufre (mmmm… hablo de Sodoma y Gomorra). A estas corrientes se les denomina fundamentalistas, por seguir ciegamente los textos fundamentales de su creencia.
Dentro del círculo de lectores de cómics es común encontrar a aquellos que pretenden negar todo atisbo de imaginación de los escritores y dibujantes que desean alterar el status quo de sus personajes favoritos arguyendo que “no se respeta la personaje” o que tal o cual situación novedosa “traiciona los fundamentos sobre los que está construido el universo editorial en cuestión”. Estoy de acuerdo en que existen ciertas características que convierten a un personaje en algo único –por ejemplo, el poder y la responsabilidad de Spidey o la imposibilidad de amar de Batman-, y son esas mismas características las que hacen que los adoremos al punto de hacerlos compañeros de nuestra vida y considerarlos como entes de carne y hueso, con emociones, sentimientos y raciocinio propios. Pero de ahí a que el personaje no pueda desarrollarse y mostrar cambios de actitud –y que incluso se nieguen guiones legendarios- es algo que debe sopesarse con base en la calidad de la propia historia y del escritor en turno, no comparándolo con historias previas.
Hay que recordar que los cómics son producto de la imaginación de varias personas, y en la mayoría de los casos reflejan el momento histórico por el que pasan. Nadie se queja de que la actual Mary Jane nada tiene que ver con la bailarina a go go que era cuando apareció por primera vez, ni nadie extraña que Batman en su orígenes mataba y nalgueaba -aunque no precisamente en ese orden- malandrínes y malandrínas (juro por diosito que sí lo hacía) puesto que son situaciones de acuerdo a la época, que se verían ridículas en la actualidad. Es necesario generar cambios dentro de los personajes para mantenerlos frescos y atractivos. Imagínense un cómic de Superman inmutable, en donde, por ser el héroe más poderoso pues no te la crees que vaya a perder (esperen, eso sí está pasando). En fin, que de los giros de tuerca e ideas locas, algunas buenas, otras malas, otras muuuuy malas, que se les ocurren a los guionistas es que nuestra lectura se nutre, ya está en cada quien decidir que le gusta y que no pero siempre en base a la propia narración, no a lo escrito con anterioridad. No deberían existir los dogmas dentro de los lectores comiqueriles (ni dentro de nadie).
Y navegando por internet me topé con la definición de los fundamentalistas del cómic, mejor llamados fandamentalistas, por aquello de fanboy: Fans que agresivamente creen que la única interpretación válida de cualquier fuente de entretenimiento es una adherencia dogmática a su versión favorita de dicha fuente. Cualquier cambio al más pequeño detalle será recibido con un desprecio frenético.
¿Alguien se identifica? No se preocupen, recuerden que la realidad son puros cuentos.
Comentarios
Esto me recuerda de como los blogers comiqueros repudiaron el monster de "Spiderman: Con grandes poders" De editorial Televisa. Algunos solo por el hecho de que el tio Ben fue dibujado con bigote,que cosas no.
Saludos