Esta fue la segunda entrega de la columna sobre cultura comiqueril. Creo que es en estos textos donde realmente hablo sin tapujos y la idea original era poner en evidencia las cosas más desagradables del ambiente comicñero en México. Únicamente se publicaron 4 de estos artículos, pero la idea es continuarlos en este espacio. Recuerden que la discusión está abierta, pero antes de rezongar, analicen si no tengo algo de razón en lo abajo expuesto.
Saludos y apapachos para tod@s.
POR UN APELATIVO AUTÓCTONO PARA LOS CÓMICS (Y PARA SUS DERIVADOS TAMBIÉN) CAPÍTULO 2.
Pues bien, después de largas e interminables discusiones respecto a lo aquí expuesto en el número pasado -algunas provechosas, otras tediosas- con gente que sabe de esto de los cómics, he llegado a la conclusión que cada quien use el término que más le guste para referirse a ellos. A fin de cuentas el chiste está en leerlos y no en denominarlos.
Sin embargo, después de observar el comportamiento del lector promedio de cómic de nuestro país he decidido abocarme ahora a encontrar un apelativo que defina, redima y señale a los miembros de la fanaticada, algunos fundamentados, otros fundamentalistas, o mejor dicho fandamentalistas, pero todos lectores de cómics al fin y al cabo.
Lo anterior surge porque en países como Estados Unidos o Japón, términos que originalmente eran despectivos, ahora son usados como estandarte de orgullo por los estigmatizados por esos mismos términos. Así, el vocablo inglés fanboy ha pasado de ser un mero insulto –proferido por gente fuera del círculo comiqueril- que se le gritaba el nerd que pasaba con sus cómics bajo el brazo, dando a entender que su vida se encuentra dedicada por completo al estudio de los cuadritos y viñetas, a ser un símbolo de identidad entre los que profesan el amor al 9º arte (sigo esperando a que me digan cuáles son los otro ocho. En serio, no lo sé). Ahora uno puede ver por los pasillos de la ComiCon (no he ido pero he visto fotos y me han contado, no se sientan mal) gente que desfila portando de manera altiva playeras que únicamente dicen Fanboy, y lo mejor es que también hay quien lleva unas que dicen Fangirl. Nada como la diversidad para salvar al mundo.
Algo parecido pasó con el término japonés otaku, que en su lugar de origen todavía es un insulto y cuyo uso indiscriminado puede hacer que los afectados pasen por una transición y tengan entonces que ser llamados hikikomori. En cambio, los occidentales han adoptado la palabra para demostrar, de la manera más conspicua, su amor por todo lo Made in Japan (sí, hubo un tiempo en que todo, antes de ser Made in China, era japonés y así era el chiste). Conociendo la urgencia de los japoneses por convertirse en occidentales no dudo que dentro de poco allá también se reivindique el término y podamos ver cosplayers orgullosos de sus disfraces de Peluchemalpegadoman, Sailor Moon (por lo redondas) y Cajadecartónsama. ¡Bien por ellos!
Así que después de horas de deliberación, meditación trascendental y surfeo de blogs referentes al cómic he llagado a delimitar tres términos que someteré a votación para ver cual se queda como denominador del fanático de cómics en México.
El primero es el ya clásico “comiquero”. Este me gusta porque es simple y va directo al grano, indicando qué nos gusta y qué es lo que hacemos. Pero me disgusta porque no distingue entre los que nomás leemos cómics y los que los hacen, lo que me parece una terrible falta de respeto.
El segundo término es una derivación del anglicismo fanboy. Tomando en cuenta que hay muchos lectores que prefieren el anglicismo “cómic” al más autóctono “cuento”, pues démosles gusto y utilicemos la palabra “fanchiquillo”. Este término tiene la ventaja que puede derivarse y utilizarse para referirse a toda la comunidad bajo el vocablo “fanchiquillada”, lo que lo convierte en un término políticamente correcto al ser incluyente. El único pero que le encontré es mi negación por los anglicismos ¿Para qué si tenemos un idioma tan bonito?
Finalmente, y tras analizar minuciosa y críticamente los blogs comiqueriles que se reproducen por generación espontánea en la red de redes, he decidido acuñar un neologismo –o séase una nueva palabra pues-. Después de horas-seso he decidido que necesitamos una palabra que infiera lo que hacemos –leer cómics- y que al mismo tiempo demuestre el grado de camaradería y compañerismo que nos caracteriza a los fans del arte secuencial en nuestro país, así, he decidido que utilizar el término “comicñero” es lo más acorde a lo que los blogs demuestran, pues si uno los lee no puede más que imaginarse a puro ñero escribiendo ahí, con tantas faltas de ortografía e ideas incompletas expuestas de la manera más soez que se puedan imaginar.
Así pues, espero sus votos para que, juntos al fin, decidamos un denominativo unificador, que nos agrupe, nos cobije, nos separe del resto de la chusma y lo más importante, nos identifique. Lo demás… son puros cuentos.
Saludos y apapachos para tod@s.
POR UN APELATIVO AUTÓCTONO PARA LOS CÓMICS (Y PARA SUS DERIVADOS TAMBIÉN) CAPÍTULO 2.
Pues bien, después de largas e interminables discusiones respecto a lo aquí expuesto en el número pasado -algunas provechosas, otras tediosas- con gente que sabe de esto de los cómics, he llegado a la conclusión que cada quien use el término que más le guste para referirse a ellos. A fin de cuentas el chiste está en leerlos y no en denominarlos.
Sin embargo, después de observar el comportamiento del lector promedio de cómic de nuestro país he decidido abocarme ahora a encontrar un apelativo que defina, redima y señale a los miembros de la fanaticada, algunos fundamentados, otros fundamentalistas, o mejor dicho fandamentalistas, pero todos lectores de cómics al fin y al cabo.
Lo anterior surge porque en países como Estados Unidos o Japón, términos que originalmente eran despectivos, ahora son usados como estandarte de orgullo por los estigmatizados por esos mismos términos. Así, el vocablo inglés fanboy ha pasado de ser un mero insulto –proferido por gente fuera del círculo comiqueril- que se le gritaba el nerd que pasaba con sus cómics bajo el brazo, dando a entender que su vida se encuentra dedicada por completo al estudio de los cuadritos y viñetas, a ser un símbolo de identidad entre los que profesan el amor al 9º arte (sigo esperando a que me digan cuáles son los otro ocho. En serio, no lo sé). Ahora uno puede ver por los pasillos de la ComiCon (no he ido pero he visto fotos y me han contado, no se sientan mal) gente que desfila portando de manera altiva playeras que únicamente dicen Fanboy, y lo mejor es que también hay quien lleva unas que dicen Fangirl. Nada como la diversidad para salvar al mundo.
Algo parecido pasó con el término japonés otaku, que en su lugar de origen todavía es un insulto y cuyo uso indiscriminado puede hacer que los afectados pasen por una transición y tengan entonces que ser llamados hikikomori. En cambio, los occidentales han adoptado la palabra para demostrar, de la manera más conspicua, su amor por todo lo Made in Japan (sí, hubo un tiempo en que todo, antes de ser Made in China, era japonés y así era el chiste). Conociendo la urgencia de los japoneses por convertirse en occidentales no dudo que dentro de poco allá también se reivindique el término y podamos ver cosplayers orgullosos de sus disfraces de Peluchemalpegadoman, Sailor Moon (por lo redondas) y Cajadecartónsama. ¡Bien por ellos!
Así que después de horas de deliberación, meditación trascendental y surfeo de blogs referentes al cómic he llagado a delimitar tres términos que someteré a votación para ver cual se queda como denominador del fanático de cómics en México.
El primero es el ya clásico “comiquero”. Este me gusta porque es simple y va directo al grano, indicando qué nos gusta y qué es lo que hacemos. Pero me disgusta porque no distingue entre los que nomás leemos cómics y los que los hacen, lo que me parece una terrible falta de respeto.
El segundo término es una derivación del anglicismo fanboy. Tomando en cuenta que hay muchos lectores que prefieren el anglicismo “cómic” al más autóctono “cuento”, pues démosles gusto y utilicemos la palabra “fanchiquillo”. Este término tiene la ventaja que puede derivarse y utilizarse para referirse a toda la comunidad bajo el vocablo “fanchiquillada”, lo que lo convierte en un término políticamente correcto al ser incluyente. El único pero que le encontré es mi negación por los anglicismos ¿Para qué si tenemos un idioma tan bonito?
Finalmente, y tras analizar minuciosa y críticamente los blogs comiqueriles que se reproducen por generación espontánea en la red de redes, he decidido acuñar un neologismo –o séase una nueva palabra pues-. Después de horas-seso he decidido que necesitamos una palabra que infiera lo que hacemos –leer cómics- y que al mismo tiempo demuestre el grado de camaradería y compañerismo que nos caracteriza a los fans del arte secuencial en nuestro país, así, he decidido que utilizar el término “comicñero” es lo más acorde a lo que los blogs demuestran, pues si uno los lee no puede más que imaginarse a puro ñero escribiendo ahí, con tantas faltas de ortografía e ideas incompletas expuestas de la manera más soez que se puedan imaginar.
Así pues, espero sus votos para que, juntos al fin, decidamos un denominativo unificador, que nos agrupe, nos cobije, nos separe del resto de la chusma y lo más importante, nos identifique. Lo demás… son puros cuentos.
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