Aunque suene trillado y hasta demagógico, el mundo en el que vivimos, al menos para los afortunados que contamos con acceso a internet y a una educación más o menos de calidad*, está globalizándose de una manera tal que la palabra ignorancia ha dejado de significar desconocimiento, para pasar a significar desidia. Es decir, ya no hay pretextos para desconocer las culturas, idiosincracias y realidades de cualquier otra parte del mundo salvo las ganas de no hacerlo.
Y esas ganas, por lo visto, son enormes dado que resulta incomprensible (o bueno, no tanto, pero otro día hablaré de ello) que la gente no quiera informarse, instruirse, o simplemente buscar un poco más allá de lo que a los medios de comunicación "oficiales" les conviene ofrecer, ya sea por órdenes del sistema o por la ignorancia propia de sus sus comunicadores.
La oferta cultural mediática** es incompleta por las razones arriba mencionadas, pero también porque la academia ha propiciado la formación de una cultura oficial, apegada a normas y reglas para las que no existe fundamento alguno, salvo en las subjetivas miradas de los sesudos intelectuales que las formulan. Es en esas miradas donde es válido leer nóbeles de literatura, escuchar jazz, ver películas de "arte" o asistir a exposiciones de arte contemporáneo, todo gracias a que ello constituye parte del saber culto, de la información educada, o en palabras más tendenciosas, de lo que todo mundo debría saber para poder ser considerado un intelectual.
Es la misma cultura academicista la que cataloga a otras formas de expresión como cultura basura, chatarra o de plano no la considera cultura. Así, leer cómics, escuchar heavy metal, ver películas de corte fantástico o asistir a exposiciones de arte "alternativo" constituye una falta de educación,a pesar de que dichos objetos culturales, la mayoría de las veces, nos permiten conocer de una manera más objetiva y completa la realidad, social o histórica, del lugar que las vió nacer.
Y es por ello que el sistema las considera peligrosas, ya que el conocer de manera integral otras formas de pensamiento evidencia las carencias de nuestra propia cultura oficial, al mismo tiempo que genera una ansia por conocer más de otras formas de expresión, en pos de encontrar aquella que nos pueda servir como válvula de escape a nuestras propias necesidades de comunicación.
Es por eso que discuerdo con la oferta cultural que me brindan los medios, porque es incompleta y, casi siempre, enfocada a perpetuar la idea de lo que ellos consideran que debemos saber. El mundo es un lugar muy grande, tan grande como que cada cabeza es un mundo, y gracias a las tecnologías actuales podemos conocer tanto como queramos y, tal vez, de la manera más objetiva posible.
Discuerdo con los intelectuales que niegan la diversidad de diversiones, con los que niegan a mis pasatiempos la posibilidad de ser estudiados y analizados, con los que no se atreven a mirar más allá del corral y con los que impiden la comunicación masiva de culturas diferentes a la suya.
También discuerdo con la gente que no busca más allá de lo evidente, que se conforma con lo que le ofrecen y que piensa que su vida no podría estar más completa. Es gracias a esta discordia que surge este sitio, cuyo objetivo es divulgar y socializar la "otra" cultura.
Pero discuerdo también tiene otro significado. El prefijo dis- significa negación u oposición. Así, dis-cuerdo, quiere decir no cuerdo, o loco, si lo prefieren. No caeré en el lugar común de decir que de músico, poeta y loco todos tenemos un poco, simplemente porque es falso. Decir que todos tenemos algo de músicos es una falta de respeto contra aquellos que se han esforzado en serlo (y no, los reggaetoneros y los "bándalos" (sic) norteños no son músicos. Darle a un instrumento no te convierte en músico, si lo sabré yo). Cualquier hij@ de vecina puede escribir "poesía" (tu que eres poeta y en el aire las compones...), pero sólo un par de personas en el mundo, lo saben hacer bien (posiblemente sean más, algún día las descubriré).
Y de locos, quizás sea la única de la que efectivamente todos tenemos un poco, pero así como entre los perros hay razas, hay de locos a locos. Yo prefiero considerarme como un loco de acuerdo a la definición de Ambrose Bierce en su excelentísimo Diccionario del Diablo, reproduzco aquí la definición para que, si alguien lo desea, considere que también se aplica para su persona y convirtamos a este mundo en un planeta de locos:
Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y --salvo demostración en contrario-- es posible que en vez de la sublime ocupación a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.
Y ya entrados en calor les dejo la definición de locura, del mismo autor:
Locura, s. Ese "don y divina facultad" cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu del hombre, guía sus actos y adorna su vida.
Bienvenidos a este espacio cuya única finalidad es no ser uno más.
*No discutiré que significa "de calidad", baste decir que el hecho de estudiar una licenciatura puede traducirse como una mejor calidad de vida. Y no me refiero únicamente al aspecto económico, aunque el sistema así nos lo quiera vender.
**De aquí en adelante por mediático me refiero a los medios de comunicación oficiales o comerciales.
Y esas ganas, por lo visto, son enormes dado que resulta incomprensible (o bueno, no tanto, pero otro día hablaré de ello) que la gente no quiera informarse, instruirse, o simplemente buscar un poco más allá de lo que a los medios de comunicación "oficiales" les conviene ofrecer, ya sea por órdenes del sistema o por la ignorancia propia de sus sus comunicadores.
La oferta cultural mediática** es incompleta por las razones arriba mencionadas, pero también porque la academia ha propiciado la formación de una cultura oficial, apegada a normas y reglas para las que no existe fundamento alguno, salvo en las subjetivas miradas de los sesudos intelectuales que las formulan. Es en esas miradas donde es válido leer nóbeles de literatura, escuchar jazz, ver películas de "arte" o asistir a exposiciones de arte contemporáneo, todo gracias a que ello constituye parte del saber culto, de la información educada, o en palabras más tendenciosas, de lo que todo mundo debría saber para poder ser considerado un intelectual.
Es la misma cultura academicista la que cataloga a otras formas de expresión como cultura basura, chatarra o de plano no la considera cultura. Así, leer cómics, escuchar heavy metal, ver películas de corte fantástico o asistir a exposiciones de arte "alternativo" constituye una falta de educación,a pesar de que dichos objetos culturales, la mayoría de las veces, nos permiten conocer de una manera más objetiva y completa la realidad, social o histórica, del lugar que las vió nacer.
Y es por ello que el sistema las considera peligrosas, ya que el conocer de manera integral otras formas de pensamiento evidencia las carencias de nuestra propia cultura oficial, al mismo tiempo que genera una ansia por conocer más de otras formas de expresión, en pos de encontrar aquella que nos pueda servir como válvula de escape a nuestras propias necesidades de comunicación.
Es por eso que discuerdo con la oferta cultural que me brindan los medios, porque es incompleta y, casi siempre, enfocada a perpetuar la idea de lo que ellos consideran que debemos saber. El mundo es un lugar muy grande, tan grande como que cada cabeza es un mundo, y gracias a las tecnologías actuales podemos conocer tanto como queramos y, tal vez, de la manera más objetiva posible.
Discuerdo con los intelectuales que niegan la diversidad de diversiones, con los que niegan a mis pasatiempos la posibilidad de ser estudiados y analizados, con los que no se atreven a mirar más allá del corral y con los que impiden la comunicación masiva de culturas diferentes a la suya.
También discuerdo con la gente que no busca más allá de lo evidente, que se conforma con lo que le ofrecen y que piensa que su vida no podría estar más completa. Es gracias a esta discordia que surge este sitio, cuyo objetivo es divulgar y socializar la "otra" cultura.
Pero discuerdo también tiene otro significado. El prefijo dis- significa negación u oposición. Así, dis-cuerdo, quiere decir no cuerdo, o loco, si lo prefieren. No caeré en el lugar común de decir que de músico, poeta y loco todos tenemos un poco, simplemente porque es falso. Decir que todos tenemos algo de músicos es una falta de respeto contra aquellos que se han esforzado en serlo (y no, los reggaetoneros y los "bándalos" (sic) norteños no son músicos. Darle a un instrumento no te convierte en músico, si lo sabré yo). Cualquier hij@ de vecina puede escribir "poesía" (tu que eres poeta y en el aire las compones...), pero sólo un par de personas en el mundo, lo saben hacer bien (posiblemente sean más, algún día las descubriré).
Y de locos, quizás sea la única de la que efectivamente todos tenemos un poco, pero así como entre los perros hay razas, hay de locos a locos. Yo prefiero considerarme como un loco de acuerdo a la definición de Ambrose Bierce en su excelentísimo Diccionario del Diablo, reproduzco aquí la definición para que, si alguien lo desea, considere que también se aplica para su persona y convirtamos a este mundo en un planeta de locos:
Loco, adj. Dícese de quien está afectado de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más convencido de su salud mental que cualquier internado en un manicomio, y --salvo demostración en contrario-- es posible que en vez de la sublime ocupación a que cree dedicar sus facultades, esté golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente delectación de muchos espectadores desprevenidos.
Y ya entrados en calor les dejo la definición de locura, del mismo autor:
Locura, s. Ese "don y divina facultad" cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu del hombre, guía sus actos y adorna su vida.
Bienvenidos a este espacio cuya única finalidad es no ser uno más.
*No discutiré que significa "de calidad", baste decir que el hecho de estudiar una licenciatura puede traducirse como una mejor calidad de vida. Y no me refiero únicamente al aspecto económico, aunque el sistema así nos lo quiera vender.
**De aquí en adelante por mediático me refiero a los medios de comunicación oficiales o comerciales.
Comentarios
¡Duro con el chilito piquín!
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