Retomo esta columna que inicié en Comic Zone, en donde trataré temas referentes a la cultura comicñera (¿Por qué comicñera? Sigan leyendo este blog y se enterarán)desde una óptica analista, valemadrista y marxista -tendencia Groucho-.
Inicio con la primera columna publicada y, al igual que el texto de Ultrapato, también la presento sin recortes. No intento escudarme pero cualquier información errónea podría ser producto del contexto y los tiempos en que fue escrito el texto (hará unos tres años), cualquier otro error es absolutamente culpa mía.
POR UN APELATIVO AUTÓCTONO PARA LOS CÓMICS (Y PARA SUS DERIVADOS TAMBIÉN)
No hace mucho, en uno de los pocos espacios internáuticos sobre cómics que existen en nuestro país, el editor de Marvel en México, de manera socarrona, se atrevió a llamarles cuentos al producto que él se encuentra publicando actualmente. Casi de inmediato, las hordas de trolls que inundan ese espacio se aprestaron a responderle por tamaño atrevimiento: “¡Cómo que cuentos!”, “¡Tantos años de luchar por que respeten al cómic y alguien de la industria todavía les llama cuentos!”, “¡No es posible que alguien que dice amar al cómic lo denigre llamándole así!”, “¡Respeto a una forma más de arte!”, “¡Soy gay!” (Bueno, ese no tenía nada que ver, pero de seguro el que lo posteó aprovechó la confusión para salir del clóset, bien hecho). El punto es que todos coincidían en que llamarle cuento o cuentito a algo que es considerado el 9º arte (a ver si alguien me dice cuales son los otros ocho), al arte secuencial, a esa deliciosa mezcla de literatura y pintura, era una canallada y automáticamente estigmatiza de ignorante al que lo profiera.
La cosa está en que cuando yo era niño (no voy a decir mi edad pero les dejo una pista: mi caricatura favorita a los cuatro años era una versión de Fuerza G que no recuerdo aquí, pero en todos el mundo le llamaban “La Batalla de los planetas” ¿Cuándo fue la última vez que la transmitieron?) y quería leer algo de el Hombre Araña o de Linterna Verde, le a decía mi madre que me comprara un cuento del Hombre Araña o un cuento de Linterna Verde, o un cuento de Batman, o un cuento de la Mujer Araña. En fin, que mi madre sabía perfectamente a lo que me refería y justamente lo que me compraba era una revista con dibujitos y letritas, todo acomodado en elegantes viñetas. Un cómic, para no hacerles el cuento (¡Ja!) largo.
Y crecí, y durante años les llamé cuentos, hasta el boom de la muerte de Superman, en donde para un preparatoriano (ahí tienen otra pista) era impropio llamarle cuento a algo que se merecía más respeto, así que pasó a ser conocido como cómic. Años después reconozco sin tapujos que lo que merecía más respeto era mi autoestima, pues cambiar el apelativo del pasatiempo de toda mi vida no era porque el medio requiriera respeto sino porque ¡Cómo era posible que un adolescente leyera cuentos para niños! No señor, lo que leía eran cómics, otra forma de arte, algo de gente madura y propio de culteranos (ahora se que lo que madura se pudre).
Traumas aparte, la discusión internaútica antes mencionada me hizo pensar que a los mexicanos nos hace falta una palabra que sirva para designar al medio que tanto nos gusta. Los angloparlantes tienen, obviamente, el término comic book (aunque también manejan el término funnybook, que sería el equivalente a nuestro “cuento”), los francófonos utilizan bande dessinée, los italianos le llaman fumetto, los japoneses adoran su manga y los españoles tienen tebeo. ¿Así que por qué quedarnos atrás? Sería una muestra de verdadero patriotismo generar un término que designe al cómic y que todos los mexicanos lo manejemos. Habrá quien me diga que existe “historieta”, pero esa palabreja tiene un componente peyorativo (al igual que “casucha”, “pajarraco”, “gentuza” y la ya utilizada “palabreja”), así que ¡Cómo vamos a usar una palabra que lo denigre si es justamente lo que queremos evitar!
Así que desde aquí hago un llamado a que el apelativo unificador del arte secuencial para nuestro país sea (redoble por favor) “cuento”. Habrá quien se queje de que se puede prestar a confusiones con el formato literario pero no importa, porque en un país donde el promedio de lectura es medio libro al año nadie notará la usurpación del término. Además tengan en cuenta que no sólo el editor de Marvel en México y un servidor les llamamos así, Humberto Ramos, la coeditora de ésta revista y un sinfín de momias más también lo hacen, y no es que tengamos la verdad absoluta ni que seamos líderes de opinión (en un país donde un payaso puede serlo es un dudoso reconocimiento) pero contamos con la autorización que sólo la edad puede otorgar. Recuerden, más sabe el diablo por viejo que por diablo.
Discútanlo, sopésenlo, platíquenlo con la almohada, cuéntenselo a quien más confianza le tengan, si al final del día no arreglamos nada no hay fijón, después de todo… son puros cuentos.
Comentarios
BUEN POST Y OJALA PUEDAS PASAR TAMBIEN POR EL MIO GRAX
http://sstan-wolvi.blogspot.com/
Así que se me hace el nombre adecuado.