"No somos un grupo de superhéroes de cómic que se enreda cada mes en batallas sin sentido con súper criminales sin sentido para preservar el status quo. Si mis colegas y yo vamos a estar en primera línea arriesgando nuestras vidas, queremos hacerlo por un mundo que merezca la pena ser salvado."
-- Jack Hawksmoor, en The Authority #18
Alguna vez escribí para una ¿revista? llamada Comic Zone, fue un muy buen intento por realizar una publicación que le hablara a los comicñeros en su propio lenguaje y medio. Desafortunadamente, los malos tratos de los ¿editores?, aunado a una pésima visión editorial y comercial, hicieron que me saliera, sólo para que un par de números después la revista desapareciera totalmente.
Con todo, escribir ahí fue una muy buena experiencia, ya que me permitió pulirme y ¿mejorar? mi escritura, además de que descubrí que de lo que más gusta escribir es de cómics. En fin, que les dejo un texto que me aventé para sección que tenían que se llamaba Páginas perdidas, en donde la idea era contarle al lector que había sucedido en aquellas historias que, por angas o mangas, no se terminaron de publicar en nuestro país. En esta ocasión se le dedicó a uno de los mejores titulos de cómic que Editorial Vid alguna vez se atrevió a publicar: The Authority, que por supuesto dejó de publicarse a mitad de un interesantísimo arco argumental. La idea de la revista era que se contara con detalles lo que no se había visto en el país pero yo, como buen rebelde que soy, no podía limitarme a platicar la aventura, además de estar en contra de mis principios echarle a perder las historias al público, así que decidí contextualizar el cómic.
Por supuesto que recibí una velada reprimenda por no haber seguido las reglas editoriales al pie de la letra y ahora que lo veo en perspectiva, ahí comenzaron las fricciones con los ¿editores? que a la postre me llevaran a abandonar un buen proyecto muy mal dirigido.
El texto ya tiene unos años, sin embargo no lo edité para conservar la frescura e ingenuidad con que lo escribí por aquellos ayeres.
Respeto a la Autoridad (pero la de los cómics).
“Wake up fanboy, wake up fangirl, do you want to rule the world?*”
Grant Morrison
“Continuará…”, sin duda alguna la palabra más temida por toda la fanchiquillada. No me malentiendan, la emoción que produce un final que deja con la boca abierta, cuya resolución se conocerá hasta el número siguiente, es uno de los sentimientos más grandiosos que existen. El problema viene cuando la esperada continuación no llega jamás, entonces el sueño se convierte en pesadilla. Y peor cuando eso sucede con la serie más influyente en el medio comiqueril de los últimos 10 años: The Authority.
Abuso de autoridad.
A finales de la década de los noventa hubo dos series que cumplirían la misma función que Watchmen y The Dark Knight Returns tuvieron en los ochenta. Me refiero a Planetary y The Authority, ambas creadas por Warren Ellis, quien, junto a su sucesor en The Authority, Mark Millar, trabajaron temas que antes no se habían tocado dentro de un cómic, o por lo menos no con tanta profundidad y detalle. En ellas, los superpoderosos no sólo quieren ayudar a mundo, quieren, y pueden, dominarlo. En el caso de The Authority estamos frente a un título en el que el equipo de superdotados decide que no sólo es su deber combatir a las amenazas de índole cósmico o metahumano, también es su responsabilidad que el mundo se convierta en un lugar mejor para todos y cada uno de los eres que lo habitamos. Y si tiene que ser golpeando dictadores, manteniendo refugiados o simplemente ayudando a diversificar las preferencias sexuales pues esta autoridad lo va a hacer.
Esta libertad creativa trajo como consecuencia una popularidad que se reflejo en las ventas, convirtiendo al título en uno de los más vendidos, y sentando las bases para dotar al género de superhéroes de un realismo extremo que vino a refrescar el aletargado mundo de los superhumanos. En realidad, la gracia de este cómic fue que, al mismo tiempo que mostraba una violencia gráfica bastante explícita, se burlaba y deconstruía a los antihéroes que se popularizaron por aquellos años (Punisher, Ghost Rider, las series de Image, y casi todo lo públicado entre 1989 y 1997), demostrando que no podían ser tomados en serio, pues no es lo mismo ajusticiar a kingpins del crimen y raterillos de poca monta, que lidiar con el hambre mundial y la amenaza nuclear a punta de trancazos.
The Authority en México.
La publicación de esta serie en México fue una grata sorpresa para los coleccionistas de cómics, tanto para los enterados como para los que la descubrimos en su versión traducida. La editorial que la trajo tuvo el buen tino de introducirla con un número cero (que en realidad pertenecía a otra serie, Stormwatch, pero que incluso en EU se le considera extraoficialmente con ese número) en donde sentaba las bases de la historia y se presentaba a los personajes principales.
Cabe mencionarse que Ellis escribió los primeros doce números de la serie, cediéndole posteriormente el poder sobre la serie al entonces desconocido Mark Millar (¿alguien dijo Civil War?) quien, en un arranque de creatividad sin límites, lanzó de lleno a The Authority al panteón de los clásicos comiqueriles, escribiendo una de las historias que todo aquel que se considere fan del arte secuencial no puede dejar de leer pues es ya un referente para entender el cómic moderno (aunque muchos consideren a la serie en general como el hijo bastardo de Harbinger, serie publicada por la difunta editorial Valiant y que para muchos es la que introdujo el realismo extremo al mundo del cómic).
Lamentablemente, los lectores mexicanos nunca pudimos concluir ni siquiera el primero de los arcos argumentales de la ópera magna de Millar, pues una pésima decisión editorial lo canceló justo a la mitad.
¿Y qué pasó entonces?
En los dos primeros números de la historia “The Nativity” (últimos publicados en nuestro país) somos testigos de como The Authority han decidido tomar las riendas de un mundo lleno de guerras, nulo respeto a los derechos humanos más básicos y gobernado por ojetes, utilizando sus superpoderes y su calidad de ciudadanos del mundo. Para esta historia, la lideresa del equipo –otra innovación de este cómic, los personajes femeninos son fuertes y con una personalidad propia-, que al mismo tiempo era el espíritu del siglo XX, ha fallecido, pero el equipo ha detectado el nacimiento del espíritu del siglo XXI (de ahí el nombre de la saga) y se lanzan a su búsqueda. Lo que no saben es que hay una agencia del gobierno –no dicen de cual pero es fácil adivinarlo porque siempre hablan inglés, además de ser güeritos y tener grandes los pies- que también está deseosa de ponerle las manos encima al portento recién nacido, de hecho lo hacen.
Hasta aquí nos enteramos, lo que sucedió después es que la intención de la mente maestra de la agencia es exprimir a la bebé para crear un ejército de superpoderosos y, por supuesto, dominar al mundo. Al final de la historia, The Authority le dan una golpiza a todos los fusiles de superhéroes que se les aparecen (incluyendo Avengers, X Men y New Gods) y recuperan a la niña, además de aliarse con el mero mero de la agencia, un monito llamado Jacob Krigstein, sospechosamente parecido en dibujo y nombre al rey Jack Kirby.
¿Así nomás?
Como mencionaba antes, el valor de este cómic está en lo que aportó al fandom en sus años de publicación, además de tener un excelente desarrollo de personajes y un muy bien elaborado manejo de las tramas y subtramas. Leer cualquiera de las historias del primer volumen de The Authority es adentrarse a historias en muchos niveles, en donde la sorpresa aguarda en cada página. Además, las múltiples referencias socioculturales que abundan a lo largo de toda la obra la convierten en un referente para entender la evolución tardía de nuestro medio favorito.
Por ejemplo, esas escenas en donde el equipo destroza a las creaciones de Kirby… perdón, Krigstein, no son más que la metáfora de que hay que destruir las ideas antiguas y cederle el paso a la nueva guardia, representada por los nuevos superhéroes hiperviolentos. Sin embargo, la escena al final de la historia, en donde The Authority reclutan al científico loco, no es más que la idea de que ese paso debe darse respetando los valores que hicieron de los superhéroes lo que son hoy en día: referentes culturales para exaltar los más altos valores humanos. En otras palabras, los nuevos superhéroes pueden combatir al mal con sus mismas armas pero todo en aras del bien común.
Y la sentencia…
Ojalá algún alma caritativa se apiade de los lectores mexicanos y nos traiga el final de “The Nativity”, y de paso las historias que le siguieron. Aprovechen señores editoriales, ahora que el mercado del cómic en México está teniendo un repunte y el público está listo para historias de esta calidad. Nuestras colecciones –y sobretodo nuestras almas- se los agradecerán.
*Despierta fanático, despierta fanática, ¿Quieren dominar al mundo?
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