Las teorías conspiratorias son divinas, sobretodo cuando poseen una lógica casi irrefutable. El gran problema con ellas es que, a pesar de sean lo más coherentes y congruentes posibles, la maroría de las veces parten de una premisa falsa.
Sin embargo, el ejercicio de creación conspiratoria es una buena manera de mejorar nuestras habilidades detectivescas, que a la postre pueden llevar a la resolución de verdaderos misterios domésticos.
El siguiente texto fue escrito para una fallida publicación sobre temas de ciencia ficción y fantasía. Si mal no estoy sólo se publicó un número pero debido a su pésima distribución nunca pude hojearlo, por lo que ignoro si vió la luz o no, y peor aún, ignoro si me dieron el crédito correspondiente (así que ya sabrán quien editó la dichosa revistilla jajaja).
En fin, que este texto fue mi primer intento por fundamentar una teoría conspiratoria, pero ahora que lo reviso veo con desagrado que no logré mi objetivo. En realidad tenía mejores pruebas pero en algún momento las olvidé o no supe como explicarlas mejor. Sin embargo, espero que más de un@ considere los argumentos que presento y quizás pueda mejorarlos y complementarlos.
¿QUIÉN ESCRIBIÓ HARRY POTTER?
¿Es J. K. Rowling la cara visible de un consorcio dedicado a generar best sellers? ¿La autora inglesa contrató escritores fantasma para entregar a tiempo los 7 volúmenes de la saga? Pero lo más importante ¿Por qué quedan tantos cabos sueltos o explicaciones confusas en puntos relevantes de la historia? Pudiéramos estar presenciando una mágica conspiración literaria, una que ha hecho posible la transmutación de letras en monedas y que, para bien o para mal, hizo posible que muchos niños agarraran por primera vez un libro.
El niño que vivió.
Con la saga de libros más exitosa de los últimos años terminada (¡Por fin!) se cierra un ciclo que difícilmente volverá a repetirse. Y es que el éxito de la serie de Harry Potter es tal que, descontando libros de adoctrinamiento ideológico (como La Biblia y el Libro Rojo de Mao), se ha convertido en el libro más vendido, siendo traducido a 64 idiomas, teniendo adaptaciones semianuales al cine y una plétora de mercancía que incluye juguetes, papelería, ropa y algunas añadiduras apócrifas a la saga (no se descarta que próximamente se anuncie la creación de cómics, los rumores ya flotan en la industria).
Por supuesto que las voces de los fanáticos se han dejado escuchar pidiendo la continuación de las aventuras del mago con un octavo libro, situación que a J. K. Rowling parece darle vueltas en la cabeza, sobretodo si se toma en cuenta que el séptimo libro “Harry Potter and the Deathly Hallows” ha recibido fuertes críticas negativas tanto por los expertos en letras como por los fans, aduciendo que el libro carece de la profundidad de las anteriores entregas y que, en su prisa por cerrar todas las líneas argumentales, la lectura se nota apresurada y deja más dudas abiertas de las que despeja.
Lo anterior es fácilmente observable si se compara el primer libro con los tres últimos. En “Harry potter and the Philosopher’s Stone” todos los detalles argumentativos son explicados a lo largo del relato, si un personaje lleva a cabo una acción, dicha situación tendría repercusiones que, independientemente de ser relevantes o no a la narración general, sirven como adorno para la lectura, adornos que enriquecen la experiencia literaria y que mucho tuvieron que ver con el éxito original de los libros.
La cámara secreta.
Uno de los principales argumentos que esgrimen los negadores del final de la saga es que no parece haber una continuidad en el estilo de escritura entre los cuatro primeros volúmenes y los tres últimos. Los primeros tiene un ritmo dinámico, casi vertiginoso, y cada capítulo ofrece una nueva situación para la historia, cada página adentra más en el conflicto narrativo y lo mejor, cada libro añade detalles al universo potteriano. Por otro lado, en los segundos la lectura se vuelve tediosa al haber capítulos enteros en los que no sucede absolutamente nada, y más aún siendo libros cada vez con mayor número de páginas. Los personajes ya no maduran, es decir, parecen estar estancados sin mostrar desarrollo en las actitudes o de plano contradiciendo lo expuesto en los anteriores libros (¿Harry usando una maldición Imperius? ¿Qué eso no lo hacían únicamente los death eaters?). Lo peor es que las únicas añadiduras al universo se dan en los capítulos finales, siendo un desenlace abrupto que no veía venirse en el grueso de la historia (las muertes de Sirius Black y Dumbledore son una muestra de ello) y que no sirve para el desarrollo del conflicto narrativo.
Es por todo lo anterior que ya empiezan a escucharse voces que hablan sobre una teoría conspiratoria en la que, o J. K. Rowling contrató escritores fantasma para terminar la serie, o J. K. Rowling no existe y estamos frente a la fachada de una plan editorial bastante exitoso.
Los fantasmas de Hogwarts.
Al final de “Harry Potter and the Order of the Phoenix” podemos leer como Sirius Black recibe un hechizo directo en el pecho y cae a través de cierto artefacto del que jamás sabemos su utilidad o por qué se encuentra escondido en las catacumbas del ministerio de magia. Los que hayan visto la película recordarán que claramente se escucha a Bellatrix Lestrange gritar avada kedavra antes de acertarle a Black. ¿Por qué un cambio tan sútil puede hacer una diferencia tan grande? Con la “muerte” en el libro muchos pensaron que Sirius Black regresaría triunfal en alguna entrega posterior, y de hecho eso es lo que da entender la historia, pues la situación de “el arco misterioso que atraviesa al caer” es un elemento digno de ser utilizado después, y de hecho, en alguno de los primeros cuatro libros así hubiera sido hecho porque, como ya dijimos, esa es una de las características narrativas de Rowling.
Esta situación ha llevado a pensar que hubo más de una mano escribiendo las aventuras del mago. La existencia de escritores fantasma, o negros como son llamados en el argot editorial, no es nada nuevo, escritores como Alexandre Dumas padre (a quien recordarán por haber escrito “Los Tres Mosqueteros”, “El Hombre de la Máscara de Hierro” o “El Conde de Montecristo”) ya los utilizaba para poder entregar a tiempo sus escritos, y de hecho sólo así puede explicarse una carrera tan fructífera. Otros escritores famosos de los que se rumora también los utilizan son Gabriel García Márquez (por lo menos para una columna editorial que publicaba en un diario) y Stephen King.
Pero volviendo al tema y en aras de ofrecer más pruebas también está la fecha de nacimiento de Neville ¿De qué sirve que haya nacido el mismo día que Harry? ¿Por qué ese momento es tan tenso en el libro? ¿Por qué no se volvió a tocar en los dos libros siguientes? La respuesta fácil: porque J. K. Rowling no los escribió.
Las reliquias mortales.
Los errores de continuidad a lo largo de toda la serie van desde detalles tan nimios como el orden en que la vara de Voldemort escupe las almas de las personas que ha matado (cuarto libro), hasta situaciones que influyen en la historia como esa de que Mad Eye Moody puede ver a través de la capa de invisibilidad de Harry (también en el cuarto libro) para que después se nos diga en el séptimo que la capa es a prueba de cualquier hechizo de revelación.
Son esos detalles los que alimentan la teoría conspiratoria y son notorios porque el éxito de la serie se basó en lo bien escritos que están los primeros libros. Cada cabo queda atado, cada personaje tiene una importancia, cada situación se resuelve de manera satisfactoria, y lo mejor, la historia está bien contada, es envolvente y atrapa desde la primera página. Todas estas situaciones cambian a partir del quinto libro, en donde dejan de suceder cosas, las acciones de los personajes no tienen consecuencias, no se retoman dichas acciones en los libros posteriores (salvo lo obvio), y la lectura se torna aburrida y sin espíritu.
¿Existe realmente J. K. Rowling?
Pero sin duda alguna lo más fantasioso de toda la saga de Harry Potter no es la magia a la que hace referencia, las criaturas que allí aparecen o la idea de un mundo imposible. Lo más fantasioso es la historia de la misma Rowling, quien escribió el primer libro en servilletas que robaba de restaurantes debido a que carecía de dinero para comprar papel (¿Y cómo pagaba el restaurante?), únicamente para que un bondadoso editor la descubriera y la convirtiera en la escritora más exitosa (recordemos que sólo después de dios y Mao) del mundo.
La idea del autor pobre que conoce el éxito con un golpe de suerte es el ideal de todo artista y ha sido llevado infinidad de veces al cine y la televisión, que la historia de Rowling coincida con el estereotipo puedo no ser una coincidencia y quizás estemos presenciando el primer megaproyecto multimediático iniciado por una editorial. Piénselo un poco: los altos mandos editoriales deciden crear una serie de libros dirigidos al público infantil, contratan a un grupo de escritores para que se avienten la saga entera, tienen listos los contratos para cine, televisión y lo que caiga, ahhh, y lo más importante, contratan a una actriz para que personifique al personaje más importante de la serie, una madre pobre y abandonada dispuesta a comerse al mundo en una sola página ¿El público la va a adorar no?
Sí, suena descabellado, pero la editorial Scholastic (la que editó a Harry Potter en EE UU) ya anunció justamente eso, quitándole lo de la autora heroína, con su nueva serie “The 39 Clues” y tuvieron el descaro de decir que será el nuevo Harry Potter. ¿Estamos frente a una nueva forma de control artístico? Sólo con magia lo sabremos.
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